Modelos y sistemas sanitarios. Qué son y en qué se diferencian. OPEM Universidades 14 de noviembre de 2019

Modelos y sistemas sanitarios. Qué son y en qué se diferencian.

El mejor modelo y sistema que podemos aplicar a nivel sanitario en un país o a nivel mundial es una cuestión sometida a debate desde hace muchos años. 

 

Antes de entrar en una definición de los más utilizados, cabría hacer una descripción de lo que implica cada una de estas palabras, ya que comúnmente se utilizan como sinónimos aunque en realidad, son conceptos diferentes y es importante remarcar esta distinción. 

 

Según la RAE, un Modelo es un “esquema teórico, generalmente en forma matemática, de un sistema o de una realidad compleja, como la evolución económica de un país, que se elabora para facilitar su comprensión y el estudio de su comportamiento”. Si nos referimos al sector sanitario, un Modelo se puede definir como “el conjunto de criterios o fundamentos doctrinales e ideológicos en los que están cimentados los sistemas sanitarios”. En el concepto del modelo se determinan aspectos fundamentales como la población que lo va a recibir, quién lo financia, prestaciones que se van a dar, actuaciones y competencias de la salud pública y autoridad sanitaria. 

 

La OMS define el Sistema de Salud como la suma de todas las organizaciones, instituciones y recursos cuyo objetivo principal consiste en mejorar la salud”. Un sistema de salud necesita personal, financiación, información, suministros, transportes y comunicaciones, así como una orientación y una dirección generales. Además tiene que proporcionar buenos tratamientos y servicios que respondan a las necesidades de la población y sean justos desde el punto de vista financiero”.

 

 

Tampoco se ha de confundir el Sistema de salud (el modelo de gestión global de un Estado) con el servicio de salud (como cada región o división administrativa, en España las CCAA, establece la provisión del servicio).

 

El fortalecimiento de los sistemas de salud y el aumento de su equidad son estrategias fundamentales para luchar contra la pobreza y fomentar el desarrollo de un país, según la citada Organización, por lo que conocer sus implicaciones y los tipos de sistemas que podemos aplicar es de gran importancia para todos los directivos sanitarios. 

 

Existen cuatro modelos básicos:

 

1) Modelo Impuesto – Beveridge: el cuidado de la salud se provee por el gobierno a través de una partida en los Presupuestos y se financia mediante impuestos a todos los ciudadanos. Los hospitales son públicos, los médicos son funcionarios del gobierno, y también los médicos privados cobran del propio gobierno. La Salud pública del país es planificada por el Estado. Este sistema es el que utilizan países como Reino Unido, cuyos ciudadanos nunca llegan a recibir una factura del médico. El Gobierno controla lo que los doctores pueden cobrar y hacer.

 

2) Modelo Bismarck: el Estado garantiza las prestaciones mediante cuotas obligatorias financiadas por empresas y trabajadores, quienes pagan un seguro obligatorio que cubre un fondo o cajas de seguro obligatorio, también para aquellos que no cotizan. Es decir, quienes trabajan cubren a todos los ciudadanos, aunque los hospitales tienden a ser privados. La red de salud pública queda en manos del Estado, y las instituciones hospitalarias reciben un presupuesto global. En algunos países, los fondos de salud están altamente regulados para garantizar la cobertura universal, funcionando casi como un seguro público de salud. Este sistema es el que se utiliza en países como Alemania, Francia, Bélgica, Japón o Suiza.

*Hoy todos los países que poseen un sistema nacional de salud lo hacen en un modelo basado en Seguridad Social (Bismarck) o en un modelo de sistema nacional de salud (Belveridge), más o menos desarrollado.

 

 

3) El Sistema de Salud Nacional: se trata de un sistema combinación de los dos anteriores. Los proveedores son privados, pero el pago lo realiza el gobierno a través de un sistema de seguros obligatorio para el ciudadano. Es un sistema centralizado, regionalizado y jerarquizado, financiado con impuestos a través de los presupuestos estatales o regionales. Donde el acceso a la asistencia sanitaria es un derecho inherente al ciudadano, por lo que se tienen un acceso universal y gratuito (salvo algunos servicios que conllevan copagos). No se requiere afiliación previa.

 

4) El modelo Liberal: Sólo los países industrializados y desarrollados cuentan con los modelos anteriores de salud. La mayoría de las naciones del planeta son demasiado pobres o poco desarrolladas para proveer de un sistema sanitario, por lo que este queda relegado a aquellos bolsillos que se lo pueden permitir. Regiones rurales como África, India, o China cuentan con este tipo de modelo. Algunos de ellos nunca visitan a un doctor. Utilizan remedios caseros para vencer esos momentos de enfermedad, o intentan pagar la sesión con aquello que pueden. En este modelo, los proveedores de servicios lo hacen en términos de rentabilidad económica, y no de salud pública. 

 

 

El caso de América es complicado, ya que integra un conjunto de varios modelos, construyendo un sistema fragmentado. Por una parte es liberal, ya que cada uno se lo tiene que pagar. Cuando comienzan a trabajar, podría decirse que «están en Alemania”, ya que es el modelo Bismark, ya que se pueden permitir pagar un seguro médico que les cubre lo que necesiten. Para el resto de población que no trabaja, es como si vivieran en la India rural, ya que no pueden permitirse enfermos en ese momento de desempleo. 

 

En España, seguimos el Sistema Nacional de Salud, donde la macrogestión sanitaria consiste en la intervención de la Administración sanitaria, para la cual es competente cada Comunidad Autónoma, y este modelo además convive con otros, como el concertado, el privado o el de fundación. En base a ello, cada Comunidad Autónoma puede aumentar la equidad y corregir disfunciones del mercado. El objetivo es asegurar la equidad (reparto y cohesión), administrar los recursos adecuadamente, promocionar la salud pública (prevención y seguridad sanitaria) y asegurar la prestación sanitaria con una cartera de servicios definida.

 

Al final, la macrogestión permite asegurar la equidad, administrar los recursos, promocionar la salud pública y asegurar la prestación sanitaria. 

 

Tanto a nivel nacional como en un nivel particular de cada institución sanitaria, cuanto mejor estén transmitidas las normas y estén elaboradas de forma transparente, mejor impregnarán la organización al completo, llegando a ser conocidas por todos los profesionales que la integren, consiguiendo que el sistema funcione adecuadamente.  

 

 

Equipo OPEM

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