Inditex, Ferrovial, Acciona, Planeta, Mango o Barceló son marcas y empresas de nuestro país que seguro el lector conoce perfectamente, lo que tal vez no sepa es que son sólo algunos de los ejemplos más visibles de los 2,9 millones de empresas familiares españolas. Este tipo de negocios, caracterizados porque la propiedad de la compañía se encuentra en manos del fundador -o de sus parientes- y por el firme deseo de transmitirla a las siguientes generaciones, aportan nada menos que el 70% del PIB nacional, hasta tres cuartas partes de todo el empleo privado que se genera en nuestro país y casi un 60% de todas las exportaciones.
Debemos tener en cuenta un factor añadido y determinante para la longevidad de este tipo de empresa, y es el papel crucial de la preparación, con antelación y de forma exhaustiva, del paso de una generación a otra. De cada cien empresas familiares con un modelo de negocio solvente, sólo una cuarta parte conseguirá resistir el paso a la segunda generación, y un exiguo 1% alcanzará a la cuarta generación.
Los empresarios son muy conscientes del reto que supone mantener el legado familiar para la siguiente generación, y cada vez con más frecuencia se recurre a un protocolo de sucesión donde se establece por escrito y de forma detallada el papel de cada uno de los herederos dentro de la empresa, bien con funciones directivas, bien como parte del accionariado. Es importante la figura del Consejo de Familia, separado de la estructura directiva de la compañía, que permite solventar a puerta cerrada las tensiones sobre el rumbo del negocio.
En este ámbito una actuación clave es la elaboración de un plan de profesionalización de la empresa, que pasa por garantizar la formación de los herederos. ¿Es imposible la supervivencia de la compañía como empresa familiar, una vez rebasada una masa crítica? Depende, casi en exclusiva, de que implantemos este modelo.
Tres de cada cuatro de las grandes compañías familiares ya cuentan con este protocolo, y parece ser la clave de su éxito en la continuidad a través de las generaciones. Consideremos que la empresa más antigua de España, Codorniu, fue fundada a mediados del siglo XVI y, aún en la actualidad, sigue teniendo carácter familiar. Tras dieciséis generaciones, y cinco ramas familiares distintas, el protocolo de familia de Codorniu prevé desde los requisitos fundamentales para que los herederos puedan entrar a formar parte del negocio, hasta un portal del accionariado donde los miembros de la familia pueden consultar novedades, encuentros cada cinco años de todos los miembros de la familia y un detalle, el bautizo de los nuevos miembros con una cucharadita de cava. Y esto nos recuerda, tal como sostiene la firma, que a los herederos, si buscamos el éxito de nuestro legado, debemos prepararlos desde la cuna.
Por todo lo expuesto, toda empresa familiar, debe pensar seriamente en la implantación de este protocolo y para ello siempre puede contar con asociaciones y expertos que les pueden facilitar el camino para asegurar su viabilidad a largo plazo.
Publicado en Diario Información el 11/04/15
José Antonio Carrión López
© Copyright 2017 OPEM Universidades | Política de Privacidad
Diseñador por Mad Media - Marketing For Real People
Deja una respuesta