“En sus puestos, listos, ¡Ya!”. Los corredores salen disparados, dispuestos a situarse cuanto antes los primeros de la carrera, para ir ganando ventaja con respecto a los demás. Recorren 400 metros y pasan por la línea de meta, pero el público y los jueces parecen esperar algo más. Por lo que siguen corriendo. Una vuelta más, y otra, y otra. Para cuando han dado la quinta vuelta, pocos son los corredores que mantienen las ganas y la ilusión por alcanzar esa meta, que se está convirtiendo más en un sueño que en una realidad.
Esta metáfora deportiva puede servirnos para explicar la importancia de determinar una serie de objetivos y metas en nuestros proyectos profesionales.
- Correr por el simple placer de correr está bien cuando se trata de tu afición, no de tu trabajo. En nuestro día a día laboral necesitamos marcarnos una serie de objetivos que definan las metas a las que pretendemos llegar. Si no avanzamos en una dirección definida y por un tiempo acotado, el resultado puede ser que estemos dando corriendo en círculos sin fin.
- Fijar metas cada 400 metros hace más fácil correr los 2.000. Para lograr mantener la motivación durante todo un proceso profesional, los objetivos marcados deben tener una característica primordial: ser alcanzables. ¿Sería lógico plantearse de primeras correr una maratón sin haber entrenado nunca? Lo mismo pasa en todos los ámbitos de la vida, tanto en lo personal como en lo laboral. El camino se hace paso a paso, por lo que hay que definir los objetivos según el alcance de nuestras zancadas.
- No corras por correr si dejas de ver clara la meta. Cada objetivo cumplido supone un alto en el camino hacia la consecución de la meta marcada. Las personas cambiamos y también pueden hacerlo los proyectos. Lo que en el momento de empezar nos pareció una buena idea, puede haber cambiado, tanto por motivos ajenos a nosotros como por motivos personales. Por ese motivo, y antes de que sea tarde, nunca está de más ir haciendo pequeñas paradas para reflexionar sobre lo que estamos haciendo.
Aun así, aunque sepamos todo lo anterior, muchas veces cuesta ver con perspectiva nuestros proyectos propios. En estos casos, la mejor opción es echar mano de alguna ayuda profesional externa. Ya sea un coach que nos aconseje personalmente sobre nuestro entorno, o un curso profesional que nos permita desarrollar habilidades directivas sobre cómo establecer nuestros objetivos y metas.
Así que, estés empezando la carrera o vayas por la mitad, si no lo ves claro, párate. Mira hacia atrás para ver lo que has recorrido y, después, mira hacia delante para ver lo que te queda por recorrer. Reflexiona y, si puedes, recurre a ayuda externa. No importa que el resto de competidores te pasen mientras observas, porque si decides seguir corriendo, tu motivación y tu seguridad te permitirán adelantarles cuando ellos estén en la quinta vuelta, preguntándose por qué estaban corriendo.
Equipo de Opem