No hace muchos años, cuando proyectabas realizar un viaje, sacabas un mapa, trazabas una ruta con un origen y, en general, un destino. Hoy en día, con el GPS es más fácil: el aparato lo hace todo pero el principio sigue siendo el mismo. Necesito conocer mi situación de origen, es decir, dónde estoy y a dónde quiero llegar. Si desconozco alguno de estos datos, o los dos, me será imposible planificar mi viaje, no podré hacer más que improvisar o salir sin una dirección concreta.
Esta última situación, que para un viaje puede ser divertida y hasta emocionante, para nuestra vida profesional, y me atrevería a decir que en nuestra vida privada también, puede ser nefasta. Nos moveremos sin rumbo, sin unos objetivos claros que lograr, nos costará acertar en las decisiones y en las estrategias que vayamos a seguir; en fin, puede ser un desastre.
El saber situarme y el saber a dónde quiero llegar, me proporcionan información sobre la dirección que debo tomar, el tiempo que me va a llevar, la logística que voy a necesitar y, a la postre, un conjunto de datos que me van a permitir afrontar el viaje sin improvisaciones y avanzar sin tropiezos.
Lo mismo nos pasa con nuestra vida profesional y particular. Al final se trata de hacer una serie de viajes en los que tenemos que conocer dónde estamos y a dónde queremos llegar. La realidad, y el problema, es que en muchas ocasiones no sabemos dónde estamos o a dónde queremos llegar. Incluso hay algunos que desconocen tanto el origen como el destino.
Estas personas deambulan por su vida dando tumbos, improvisando, dando palos de ciego y tratando de acertar, lo que no siempre consiguen. Les llegan los cambios inesperadamente, no tienen la anticipación necesaria para adaptarse al continuo movimiento en el que orbitan hoy en día las empresas, el mundo y sus vidas.
Necesitan detenerse para hacer un inventario completo de sus compromisos, de sus asuntos pendientes, proyectos y objetivos. Es decir, necesitan saber dónde están y a dónde quieren llegar.
Hoy en día, planificar un viaje es muy sencillo con un GPS. El aparato te calcula tu situación y, con sólo señalar el destino, te calcula la ruta. No te queda más que iniciar la marcha y seguir las indicaciones que te da la maquina. Incluso te puede dar información para hacerte más fácil el viaje.
GTD también te ayuda en el viaje de tu vida mediante los seis niveles de perspectiva que tienes que definir.
Empezaras por la pista de aterrizaje. Es decir, qué cosas tienes pendiente de hacer. Cada una de estas cosas son trabajos, tareas que están sin finalizar y que han llamado tu atención. Te sentirás mucho mejor cuando esta lista de acciones sea lo más completa posible.
Tres mil metros: Los proyectos. Serán las cosas que quiero realizar en un plazo inferior a un año y que requieran más de una acción o tarea para completarlos. Pueden ser tan variados como cambiar los muebles del cuarto del niño, organizar un departamento en la empresa o lanzar un nuevo producto.
Seis mil metros: Áreas de enfoque y responsabilidad. Sirve este nivel para prestar atención a cosas sobre las que tienes responsabilidad pero sobre las que no estás especialmente interesado; te servirán para moverte con seguridad. Podemos poner ejemplos de nuestra vida profesional: Control de calidad, desarrollo de plantilla, formación de subordinados, apoyo financiero, relaciones públicas, atención al cliente, etc. Y en nuestra vida privada: finanzas, salud, ocio, desarrollo personal, carrera, familia, hijos, religión, etc.
Nueve mil metros: Metas y objetivos. Nos deberemos responder a la pregunta: ¿qué quiero conseguir?, para definir este nivel de perspectiva. Contendrán todos nuestros compromisos y objetivos que queramos conseguir en el plazo de uno o dos años.
Doce mil metros: Visión. ¿Qué quiero lograr dentro de 5 años?, ¿Cómo quiero estar dentro de unos cuantos años? Sería fijarse sobre aspectos que van a tener impacto a lo largo de varios años. Los definiríamos como objetivos a largo plazo aun a sabiendas de que ese “largo plazo” es una medida relativa para cada uno.
Quince mil metros: Propósito y principios. Es el último y más alto nivel y contempla preguntas tales como: ¿para qué estoy yo aquí?, ¿cómo quiero que se me recuerde cuando no esté?, ¿qué es lo que de verdad me hace moverme a mí? Son respuestas a preguntas muy simples, pero muy potentes.
A medida que subimos en altura a través de los diferentes horizontes de perspectiva, lo que concretamos es cada vez menos complejo y más sencillo, aunque llegar a su completa definición pueda ser todo un reto.
Si tenemos definidos todos estos niveles de perspectiva, tendremos una clara representación de nuestro mapa. Sabremos exactamente en qué situación estamos y veremos con claridad a dónde queremos llegar. Ya sólo nos faltará ponernos en marcha y hacer.
¿Tienes tú un GPS que te ayuda a ir por la vida, por los caminos que previamente has definido? ¿O por el contrario, andas sin saber cuál será tu siguiente paso y a dónde te va a llevar?
GTD, como metodología de productividad, te ayudará a diseñar tu mapa vital para recorrerlo sin sobresaltos y sin estrés.
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José Ignacio Azkue