“El aprendizaje ocurre cuando alguien quiere aprender, no cuando alguien quiere enseñar”. Con esta frase, Roger Schank, pensador que defiende que la educación en las escuelas y las universidades no es efectiva, manifiesta que la única forma de aprender es haciendo cosas que sirvan para algo.
Muchas veces la educación impuesta resulta no ser tan efectiva como debería, por la falta de interés del alumno o, muchas veces, por la falta de motivación por parte de los profesores. ¿Cuántas veces nos ha pasado que, echando la vista atrás, vemos las cosas que estudiamos en el colegio o en la carrera y pensamos en lo útiles que nos podrían haber resultado años más tarde? Estudiar no es sinónimo de aprender, igual que aprender no implica tener que estudiar.
Por este motivo, la afirmación de Schank se torna, no sólo en una crítica a la educación generalista, sino también un punto de apoyo para el sistema del learning by doing. Igual que a los niños se les enseña a no jugar con cactus dejándoles darse cuenta de que pincharse es doloroso, el aprendizaje experiencial se convierte en la opción más adecuada para que este conocimiento adquirido permanezca en la memoria más allá de la fecha de examen de esta aptitud.
Y, enfocándolo al mundo de las nuevas tecnologías, ¿en qué medida podría ser reforzado el learning by doing a través de la formación e-learning?
“Sin lecturas. Sin exámenes. Solamente habilidades del mundo real. Aprender haciendo.
Cursos cortos online que enseñen habilidades del mundo real en un entorno basado en aprender haciendo.
A los estudiantes se les plantea desafíos y situaciones, que resuelven en pequeños grupos y que tienen como producto los mismos entregables que producirían si fuesen profesionales en activo en un empleo.»
De esta forma exponía Schan, el papel de las nuevas tecnologías en este tipo de formación. La posibilidad de encapsular la información teórica a través de cursos cortos en Internet es una herramienta fundamental para este tipo de aprendizaje. El primer paso sería conocer esos cimientos de teoría proporcionados por un formador online, pero eso debe verse complementado con la puesta en práctica de lo aprendido. Por ese motivo, el segundo paso a seguir sería una sesión presencial con los alumnos, que esté exclusivamente enfocada en la puesta en práctica de lo explicado en el módulo online.
“Dime algo y lo olvidaré. Enséñame algo y lo recordaré. Hazme partícipe de algo… y entonces lo aprenderé”. Está claro que los argumentos de Robert Schank son – más que menos- criticables, pero, desde luego, no se puede negar la realidad del éxito del método Learning by doing. Y es que, aunque uno tiene que querer aprender para que otro pueda enseñar, el que enseña debe ser capaz de hacer no olvidar.
Alba Lúa