Es un tema recurrente el de cómo gestionar la diversidad en las empresas y cómo las empresas «no tienen más remedio» que adaptarse para integrar al nuevo modelo de trabajador que está llegando. Hoy me gustaría incidir un poco más en el tema de la supuesta falta de compromiso por parte de estos trabajadores.
Hay quien afirma que esta actitud tiene sus raíces en cambios en los modelos sociales. Intentaré explicarme, parece ser que para las anteriores generaciones existían vínculos que parecían eternos como el matrimonio (era para siempre) y estaban acostumbrados a ver como sus padres y ellos mismos pasaban toda su vida laboral en una misma empresa (en la mayoría de los casos desde edades muy tempranas). Posteriormente, por un lado las separaciones y los divorcios han crecido exponencialmente y por otro, las diferentes crisis y ciclos económicos han mostrado como estos trabajadores han ido perdiendo sus puestos a pesar de haber invertido en ellos su vida, al final la sensación que queda es que ya no existen vínculos a largo plazo.
Hoy por hoy, da la impresión de que las empresas, al contratar, no pueden asegurar la estabilidad laboral, por lo que deberemos exigirles, al menos, que aumenten la empleabilidad.
En este sentido el modelo anterior en el que primero se recibía la formación necesaria para después aplicarla al puesto de trabajo durante el resto de la vida laboral ha quedado obsoleto. Actualmente nuestro modelo precisa de formación contínua, este curso es un buen ejemplo.
Como decía, estos nuevos trabajadores, desde mi punto de vista, no es que no se comprometan, sino que cambia el objeto de compromiso, en vez de comprometerse con la empresa, lo hacen con un proyecto y ésto es algo que puede aportar valor tanto al empleado como al empleador.
Pero, ¿estamos preparados? ¿Quién quiere tener siete trabajos en una sola vida?.
Ximo García