El 2020 está resultando un año impredecible en todos los aspectos, e histórico a la hora de romper tendencias y acelerar procesos.
Desde OPEM focalizando en nuestra área de trabajo hemos querido, ahora que se aproxima el fin del año, analizar cómo se ha visto afectada la formación empresarial.
La respuesta al futuro muchas veces está en el pasado, sobre todo, en una ciencia como la económica. En este primer post analizaremos, en comparativa con la anterior crisis (2010-2014), lo que podemos esperar en cuanto a volumen y principales indicadores de formación realizada por las empresas.
Centramos el análisis en formación realizada por las empresas y bonificada a través de Fundae, pues es de ésta de donde podemos obtener datos más objetivos.
Una situación impredecible:
En 2008 la crisis financiera nos alertó claramente de la posterior crisis económica. No fue una situación fácil, pero las empresas tuvieron margen de maniobra al menos para ajustar sus previsiones a la baja y prepararse en mayor o menor medida.
¿Qué pasó con la formación en el período de crisis 2010-2014? ¿Se realiza más o menos formación en estos períodos?
En este período como podemos revisar con las memorias de actividad de la Fundación, la formación llegaba en 2008 al 20% del tejido productivo español finalizando la serie en 2019 con un 37,7%.
En la imagen podemos ver cómo el crédito asignado (que depende de las cotizaciones a la seguridad social de las empresas por sus trabajadores), crece de 2004 a 2013 y disminuye entre 2014 y 2016, para luego subir de nuevo a los mejores niveles en 2018 y 2019 hasta el momento de la serie.
Fuente: https://memoriadeactividades.fundae.es/2019/formacion-programada-empresas/
Esto tiene sentido, pues la crisis supuso una disminución en las plantillas que socavó el saldo generado y disponible por las empresas.
Sin embargo, ¿se hizo menos formación durante la crisis?
Si analizamos los datos de las tablas, entre 2012 y 2016, observamos algunas cuestiones:
Entre 2013 y 2014 se revirtieron las tendencias de todos los indicadores a la baja, fue el punto de inflexión:
– Menos empresas en el sistema.
– Menor crédito asignado.
– Menor crédito utilizado.
– Menor aportación privada (formación sin bonificar, es decir, pagada directamente por las empresas).
– Incremento del número de participantes formados.
– Menos horas de formación realizadas.
Una conclusión muy rápida: Se formó a más empleados con menos horas y menos créditos.
Con mucha probabilidad, las formaciones fueron más generales y enfocadas a áreas globales de las empresas (prevención, calidad, etc.).
Pese a que durante las crisis la formación debe ser un anclaje para reciclar y mejorar la cualificación profesional de nuestros empleados, así como un elemento motivador en circunstancias complejas, la falta de recursos en los departamentos de formación, un menor número de trabajadores que deben realizar más tareas, o la necesidad de enfocarse en otras necesidades de la compañía provocan que los niveles de formación se resientan.
¿Qué pasará en 2020-2021 con la formación?.
Debemos esperar unos meses para tener datos concretos, pero es evidente y nuestra propia experiencia este año lo demuestra, que el volumen de cursos e inversión en los mismos ha sido menor.
Es lógico y hay que romper una lanza a favor del departamento de RRHH que ha tenido que gestionar situaciones complejas, ERTEs y focalizar sus esfuerzos en apoyar a la dirección en redefinir los objetivos de la compañía.
No obstante, tenemos la oportunidad de que 2021 no continúe con la tendencia, ayudando a nuestros equipos a ser más ágiles, digitales y alineados con la estrategia de negocio, y por tanto, no repetir la inflexión de los años 2013-2014 (los más castigados por la crisis anterior), de manera que recuperemos los niveles previos a este 2020.
¿Qué podemos aprender?
Depende de la capacidad de ver la formación como algo estratégico el hecho de emplearla como parte de la solución en una crisis como la que estamos viviendo.
Tenemos muchas herramientas para que no estar en la oficina, estar deslocalizados o necesitar nuevas competencias sean una oportunidad para formar a nuestros empleados y mejorar su desempeño profesional.
El talento valora más que nunca cómo se comportan las compañías en estos momentos. Hemos demostrado solidaridad y resiliencia estos meses, sigamos por esta senda y aportemos valor a nuestros equipos.
Paula Soriano.
Directora de OPEM.