Los procesos de trabajo están pensados de una manera en base a ciertos supuestos establecidos según el día a día habitual en una compañía. No obstante, la realidad es que en el día a día surgen imprevistos con los clientes o proveedores, o incluso dentro de la propia empresa, que dificultan el desarrollo del trabajo normal y generan malestar entre dichos colectivos.
En la mayoría de estas ocasiones, que suceden más veces de lo que fuera deseable, los empleados no tienen la potestad ni la autonomía suficiente para resolver la situación, multiplicándose dicho malestar por cantidades a veces incalculables si dejamos pasar mucho tiempo.
Esta situación de falta de potestad genera un parón en el trabajo, un momento de incógnita que no se sabe cómo se va a resolver, ni cuando. Quizá hasta provoque el bloqueo de otros procesos que en principio son diferentes, pero están relacionados de alguna forma. Y esto se suele traducir en que el cliente no recibe el servicio que quiere, cuándo ni cómo lo quiere, provocando un doble malestar: para el cliente y también para el empleado encargado, e incluso los compañeros que se ven afectados.
De estas situaciones de gran tensión e intensidad laboral se genera mucho estrés, en primer lugar para nuestros empleados, que sienten que no saben o no pueden resolverlo aunque les encantaría hacerlo, y por supuesto, para nuestros clientes, quienes sufren en último lugar el resultado aplazado o irrealizable debido a los procesos. Todo esto se podría solucionar si se le diese mayor autonomía a los trabajadores.
¿Qué supone entonces dotar de autonomía laboral?
Supone dotar a nuestros empleados de los conocimientos, recursos y capacidades necesarias para cumplir los requisitos que demanda su tarea. En otras palabras, es la libertad que se le da al empleado para controlar ciertos aspectos de su actividad profesional. Se le cede capacidad de decisión sobre determinados asuntos, dándole confianza y la oportunidad de desarrollar su creatividad, proactividad e implicación en el desarrollo de la empresa.
Algunos de los aspectos en los que se puede hacer esta concesión es en cuanto a la flexibilidad de los horarios, la toma de decisiones sobre cómo llevar a cabo sus procesos de trabajo o en qué orden realizar sus tareas, la propia gestión del tiempo, velocidad y ritmo de trabajo, si quiere o no teletrabajar desde casa, o las herramientas que pueden emplear, entre otras cosas.
Las ventajas o beneficios que pueden derivar de esta concesión de independencia a los empleados son muy diversos. Algunos de ellos son:
- Felicidad del trabajador. El trabajador siente esta autonomía como algo muy positivo, sintiéndose al final más capaz de desempeñar su trabajo, más valorado por la empresa y por tanto, más feliz. Su autoestima se refuerza y su sensación de éxito profesional. Si se le da además mayor libertad con sus horarios, tendrá facilidad de conciliación, lo que hará que se sienta muy cómodo con la compañía y en su vida personal.
- Compromiso. La empresa recibe a cambio mayor compromiso por parte del trabajador con las decisiones de la compañía, para alcanzar el éxito y la productividad, que se implique en la cultura empresarial y tenga mayor sentimiento de pertenencia. Al final, se crean equipos más fuertes y colaborativos.
- Mayor responsabilidad. Al darle mayor responsabilidad, conduce por ende a que sea más responsable y se esfuerce más por alcanzar las metas propuestas. Esto conlleva mayor motivación e implicación, al sentirse parte de la empresa.
- Reducción del estrés laboral. De acuerdo con el estudio Psychosocial risks in Europe (Riesgos psicosociales en Europa), llevado a cabo por la Agencia Europea para la Salud y Seguridad en el Trabajo (EU-OSHA) y el Eurofound, muestra una clara relación entre el estrés y el nivel de autonomía con el que cuenta el trabajador. A mayor autonomía para trabajar, menor estrés percibe en el desempeño de su trabajo.
- Incremento de la productividad. Finalmente, si el trabajador está más cómodo y contento con su trabajo, rendirá mucho más y será más productivo, minimizando además al máximo las ausencias de la empresa.
Como conclusión, los empleados se sienten mucho más valorados y mejora su sensación de bienestar, lo que les lleva a rendir de forma más eficaz y eficiente. Si esto se realiza de una manera coordinada y adecuada a cada tipo de puesto, se puede conseguir un equipo de alto rendimiento en la compañía, lo que al final conlleva mejores resultados en el negocio.
Equipo OPEM