En todas las empresas, ya sean pequeñas o medianas, se forman equipos de trabajo, entre los que se distribuyen las tareas y se saca el trabajo adelante. Sus integrantes forman una “familia laboral”, en la que, como en todas las familias, ellos mismos no se escogen y deben aprender a convivir.
Para que una empresa tenga un éxito real y duradero es necesario, no sólo que el equipo trabaje en grupo, sino que además tenga una actitud unida y proyectiva, en la que todos se sienten parte del futuro de la empresa, unificando mirada y esfuerzos. Es decir, que se formen equipos de alto rendimiento.
Sin embargo en demasiadas compañías nos encontramos con equipos de bajo rendimiento basados en una perspectiva a corto plazo y una escasa aportación de valor.
Aquí os dejamos varias señales que indican si en la empresa nuestros equipos son de bajo rendimiento:
– Líder absolutista. Cuando el líder se comporta de una manera dictatorial, el resto del equipo deja de pensar en lo que hace y se limita a seguir sus órdenes, incluso si van en contra de los objetivos de la empresa. De hecho, intentarán esconderse de él por posibles reprimendas justificadas o no, que mermen el ánimo del trabajador y del equipo.
– Comunicación insuficiente. La información es un instrumento necesario en el funcionamiento de la empresa. Si no llega intacta a todos los miembros, estos se desorientan y terminan cambiando la orientación del trabajo o desmotivándose. Es necesario que la comunicación fluya en todas direcciones y a todos los rincones de la empresa, de forma que todos puedan trabajar en la misma dirección.
– Comunicación negativa. Se da cuando las formas de comunicarse son dañinas o no son adecuadas entre los miembros. Es posible que se transmita la información correcta, pero también hay que saber en qué tiempo y forma debe hacerse para contribuir positivamente.
– Buen ambiente excesivo. En los mejores equipos de trabajo siempre se generan conflictos entre los miembros, ya que pueden tener opiniones distintas. Lo que determina la existencia de un ambiente sano para una empresa no es la falta de conflictos, sino la efectiva resolución de los mismos. Al resolver problemas surgen buenas ideas y se dan pasos hacia delante. Por tanto, la ausencia de malos momentos no es necesariamente un dato positivo.
– Conflictos entre los miembros. Cuando se producen conflictos entre varias personas del equipo, al final este acaba contagiándose y perdiendo productividad. En estos momentos tan delicados, son los directivos o los líderes del equipo quienes deben tomar las riendas para que, o bien el asunto se solucione, o bien que no afecte al resto de miembros.
– Dejadez. El hecho de no preocuparse por los problemas diarios que van surgiendo, ni de atender a las necesidades del cliente es un indicador muy fuerte de que algo en el equipo no funciona bien. En un equipo de alto rendimiento las personas están comprometidas con los resultados de la empresa, por lo que se implicarán para que estos sean los mejores y serán exigentes con ello.
Si en vuestra empresa detectáis alguno de estos síntomas lo adecuado es contar con ayuda externa y valorar la situación para tomar medidas, desarrollando programas específicos, que les ayuden a unirse y alinearse con los objetivos de la empresa.
El hacerlo supone mejorar el clima y la productividad de la empresa, no hacerlo también es una opción pero ya sabes que si actúas siempre del mismo modo no esperes resultados diferentes. Es la rentabilidad de tu empresa la que está en juego.
José Antonio Carrión.
Socio Director de OPEM