Kimball Young define la actitud como “la tendencia o predisposición aprendida, más o menos generalizada y de tono afectivo, a responder de un modo bastante persistente y característico, por lo común positiva o negativamente (a favor o en contra), con referencia a una situación, idea, valor, objeto o clase de objetos materiales, o a una persona o grupo de personas”
Las actitudes son importantes, influyen en cómo afrontamos los desafíos e incluso se contagian en el ambiente en el que nos movemos.
Decía Henry Ford que «Si crees que puedes, tienes razón. Si crees que no puedes, también tienes razón«. En este sentido, Según nos cuentan Alex Rovira y Fernando Frías en su libro «La buena suerte» buscar la suerte no es, sino, cuestión de actitud.
En el ámbito laboral, sabemos que, junto con los conocimientos (lo que sabemos) y las aptitudes (lo que somos capaces de hacer), las actitudes conforman las características que definen el perfil profesional de una persona, serían, desde un punto de vista básico, lo que podríamos denominar sus competencias. Las dos primeras las podremos mejorar mediante formación y práctica, mientras que nuestra predisposición dependerá de nosotros mismos.
Os dejo aquí un corto que igual ya conocéis, pero que creo merece la pena ver. Personalmente, le encuentro un nuevo sentido tras cada visualización.
¿Vosotros qué pensáis?, ¿Una actitud positiva tendrá un ROI positivo?