Fundamentalmente debido al desarrollo y expansión de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s) así como la proliferación de las redes destinadas a Internet, hemos pasado en un relativo corto espacio de tiempo de un escenario en el que costaba conseguir suficiente información para poder tomar decisiones a otro en el que lo difícil, dada la cantidad de información disponible, es poder discriminar la realmente importante y desechar el resto. Ésto es lo que se suele llamar infoxicación (intoxicación por exceso de información) y esta indigestión suele desembocar en un proceso de parálisis por el análisis.
Esta infoxicación no sólo impacta en la red. Pese a a que cabría esperar que cuanta mayor información disponga el consumidor, mayor facilidad tendrá para tomar su decisión, parece que si no se encuentra un equilibrio, el consumidor se bloquea y acaba postergando su decisión pues «cuantas más alternativas damos a los usuarios, mayor es la percepción que tienen de equivocarse lo que frena la decisión de compra».
Según el psicólogo Barry Schwartz “viviríamos mejor si bajaramos las expectativas sobre el resultado de nuestras decisiones”
Para explicar este efecto pone como ejemplo un estudio realizado en el que en una tienda de gourmets, se ofrecían descuentos por la compra de mermeladas. En el caso que se ofrecía a los clientes probar como máximo 6 mermeladas, el 30% de los clientes acabó comprando. Se realizó la misma prueba pero dando a probar 24 tipos de mermeladas, y en este caso sólo el 3% de las personas compraron.
Pese a que la tendencia es a complicarla, parece que simplificar la vida nos hace ser más propensos a la felicidad, y así se puede explicar porque menos puede ser más.
Sin embargo, lo cierto es que aunque los simple tiene mucho poder, hay que “saber mucho para ser sencillo”.
Y vosotros, ¿qué pensáis?, ¿preferís tener mucha o poca información?, ¿podemos simplificar algo?